Estudios históricos

La labor de documentación histórica ha adquirido una mayor importancia, dentro de los estudios previos aparejados a proyectos de intervención en patrimonio, gracias, en gran medida, a su inclusión de manera expresa en las últimas cartas internacionales sobre restauración.

Esta nueva consideración conlleva la especialización de los historiadores e historiadores de arte, cuya aportación al conocimiento de los edificios se torna imprescindible. La documentación necesaria en los proyectos de patrimonio histórico requiere un nuevo perfil de investigador, que trasciende la concepción clásica del historiador vinculado al mundo académico y, por supuesto, va más allá de las visiones parciales de los técnicos en archivos.

Los edificios dejan una “huella documental” a lo largo de su historia que puede abarcar un ámbito temporal de varios siglos. El rastreo de esta “huella”, requiere un conocimiento previo a través del estudio de las fuentes bibliográficas, punto de partida desde el que se orientará la futura investigación de archivo.

A pesar de la abundancia de investigaciones históricas ceñidas a las fuentes documentales locales y provinciales, lo cierto es que el trabajo de un documentalista profesional requiere una gran movilidad geográfica, ya que los documentos que permiten reconstruir la “historia constructiva” de un edificio se pueden encontrar en los más diversos archivos, localizados en provincias tan distantes como Cáceres, Madrid, Toledo o Valladolid. Este es el caso de la arquitectura militar y fortificada, ya que las fortalezas tienen una dilata historia y frecuentes cambios de propietarios, lo que conlleva distintos emisores de documentación y, por lo tanto, que ésta se encuentre dispersa en varios archivos.

La especialización de la documentación vinculada a la restauración y rehabilitación del patrimonio histórico también ha afectado a los objetivos de la investigación, en los que va adquiriendo una mayor importancia la documentación de las intervenciones recientes en los edificios, fundamentalmente aquellas realizadas en los siglos XIX y XX.

Por último, la documentación histórica del patrimonio edificado debe contar también con la indagación en fototecas y cartotecas. Mientras que los mapas y planos siempre se han tenido en cuenta, en mayor o menor medida, en las documentaciones propias de una restauración, la valoración de la fotografía histórica como una herramienta de gran utilidad para el conocimiento de los edificios es relativamente reciente, aunque los resultados obtenidos de su estudio aportan valiosa información para completar y entender la secuencia constructiva de un monumento.